La discusión sobre los créditos del FMI en Ecuador se intensifica cada año, especialmente porque la ciudadanía observa cómo el país continúa endeudándose sin que la obra pública mejore. Aunque los desembolsos internacionales aumentan, la infraestructura no avanza y el presupuesto estatal mantiene cifras irreales. Esta contradicción explica por qué los créditos del FMI en Ecuador no generan resultados visibles.
Un presupuesto inflado que depende del endeudamiento
El problema estructural se origina en un presupuesto inflado artificialmente por obligaciones constitucionales. Cada año se deben incluir incrementos significativos en salud y educación, independientemente de la disponibilidad real de recursos. Por lo tanto, el presupuesto crece sin financiamiento suficiente, lo que obliga a usar los créditos del FMI en Ecuador para cubrir gasto corriente, pago de deuda e intereses.
Desde mediados de 2024, el FMI ha desembolsado $2.700 millones y, hacia finales de 2025, la deuda total con ese organismo bordeará los $10.000 millones. Sin embargo, estos montos no se convierten en inversión real porque, aunque se presupuestan, no se ejecutan. En 2024, por ejemplo, menos de $200 millones de los incrementos constitucionales llegaron efectivamente a hospitales y escuelas.
Ejecución distorsionada y gasto inercial
Cuando los gastos irreales se incluyen, la ejecución presupuestaria parece menor al 70%, pero si se retiraran, superaría el 80%. Este artificio permite anunciar “presupuestos históricos”, aunque gran parte del incremento sea ficticio. En consecuencia, los créditos del FMI en Ecuador terminan sosteniendo un Estado que no genera ingresos suficientes para cubrir su propio funcionamiento.
El déficit supera los $5.400 millones y, si se cumpliera estrictamente lo mandado en salud y educación, sería aún mayor. Como el endeudamiento externo es caro —con bonos a casi 10%— los multilaterales se convierten en la única opción, aunque sus recursos no se orienten a infraestructura.
Deuda que sostiene al Estado, no la obra pública
La mayor parte de los créditos del FMI en Ecuador financia obligaciones ineludibles: sueldos, IESS, intereses, bonos y transferencias. Además, el IESS funciona como financista del Estado mediante la compra de bonos, lo cual limita su capacidad para promover crédito productivo.
Por esta razón, la inversión pública sigue siendo la variable de ajuste. Cada año se presupuesta más, se ejecuta menos y se prioriza pagar deudas antes que construir infraestructura. Como afirma el economista Andrés Rodríguez, la proforma “es ciencia ficción”.
Hacia un presupuesto más realista
Fausto Ortiz propone sincerar el presupuesto, limitar las preasignaciones irreales, reducir el uso del IESS para financiar al Estado, mejorar ingresos vía crecimiento económico y blindar la inversión pública. Solo con un presupuesto realista los créditos del FMI en Ecuador podrían finalmente convertirse en obra pública y no en un mecanismo perpetuo de supervivencia fiscal.
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Fuente:
www.lahora.com.ec
