El análisis de más de 42.000 estudios científicos y patentes revela que el foco principal de la visión artificial es la vigilancia de los seres humanos. Según un estudio publicado en la revista Nature, el 90% de los artículos y el 86% de las patentes registradas desde 1990 se centran en obtener datos relacionados con personas: sus rostros, cuerpos, actividades o entornos.
El crecimiento de la vigilancia automatizada
Investigadoras de varias universidades de Europa y Estados Unidos analizaron documentos técnicos y legales acumulados durante más de tres décadas. Al principio de los años noventa, apenas se registraban unos pocos cientos de estudios al año sobre visión artificial. Hoy, esa producción se ha triplicado y, además, ha crecido de forma notable la proporción de investigaciones centradas en humanos.
Este cambio ha dado lugar a lo que las autoras definen como “un ecosistema de tecnologías de vigilancia masiva y automatizada”, que se ha multiplicado por cinco desde entonces.
El cuerpo humano, el principal objetivo
Más de dos tercios de los trabajos identificados tratan sobre el análisis del cuerpo humano, especialmente el rostro. Otros estudios (18%) se enfocan en entornos habitados como el hogar, el lugar de trabajo o espacios públicos de tránsito. Un grupo más pequeño, pero significativo, busca que las máquinas identifiquen aspectos sociales como nivel económico, estado mental o pertenencia cultural.
Palabras clave que revelan intenciones
Las investigadoras rastrearon términos clave como “reconocimiento facial”, “aeropuerto”, “iris” o “vigilancia”. Aunque algunas de estas palabras son técnicas, muchas apuntan directamente a funciones de control, rastreo o identificación de individuos.
En paralelo, también se observó una tendencia preocupante: la sustitución del término “humano” por palabras más neutras o impersonales como “objeto”, en un intento de neutralizar o desdibujar el verdadero foco de estas investigaciones.
Una investigación concentrada y con respaldo institucional
Estados Unidos lidera de forma contundente la producción científica y tecnológica en el ámbito de la visión artificial. Le sigue China, y más lejos, el Reino Unido. Según las autoras, este dominio responde tanto al poder económico y tecnológico de estas naciones como a su vinculación con sectores militares y de defensa.
Empresas como Palantir o Anduril, que colaboran con el Gobierno estadounidense, están implicadas en el desarrollo de tecnologías de IA con fines de seguridad. Incluso OpenAI, creadora de ChatGPT, ha firmado acuerdos con el Departamento de Defensa.
Las causas detrás del avance acelerado
Abeba Birhane, investigadora del Trinity College de Dublín y autora principal del estudio, reconoce que no hay una única causa para este auge. Aun así, señala factores clave: los avances técnicos, la falta de una cultura crítica dentro del campo, incentivos institucionales que premian la vigilancia y una fe excesiva en que la tecnología resolverá problemas sociales o políticos.
A ello se suma el interés de actores poderosos —estatales y privados— que ven en estas tecnologías un instrumento de poder, control o rentabilidad.

Advertencia sobre la deshumanización tecnológica
En un comentario publicado junto al estudio, el investigador Jathan Sadowski, de la Universidad Monash, llama la atención sobre los efectos del lenguaje técnico. Sadowski advierte que referirse a humanos como objetos puede parecer un atajo ingenieril, pero también encierra riesgos: deshumaniza y oculta el impacto real de estas tecnologías.
A su juicio, estas prácticas surgen en un contexto en el que grandes corporaciones y agencias estatales influyen decisivamente en el diseño y uso de la inteligencia artificial.
Fuente: El País
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