La Iglesia católica desempeñó un papel discreto durante el paro de 2025, pese a recibir una solicitud de mediación formal por parte de una organización indígena. Sin embargo, la falta de petición del Gobierno nacional impidió que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) asumiera el rol de facilitadora del diálogo entre las partes.
Solicitud de mediación y respuesta de la Iglesia católica
El 8 de octubre de 2025, Mesías Flores, presidente de la Federación de los Pueblos Kichwa de la Sierra Norte del Ecuador (Chijallta Fici), dirigió una carta a Luis Cabrera, presidente de la CEE, solicitando la mediación de la Iglesia católica. En este documento, firmado también por líderes como Marlon Vargas y Alberto Ainaguano, se expresaba la intención de establecer un diálogo respetuoso con el Gobierno. El oficio incluía demandas sobre el congelamiento del precio del diésel, la liberación de detenidos y la reparación por las víctimas del paro.
La Iglesia católica respondió el mismo día, a través de su secretario general, David de la Torre, quien reiteró el compromiso de acompañar los procesos sociales solo cuando ambas partes lo soliciten. Según el cardenal Luis Cabrera, sin la petición del Gobierno no era posible actuar como mediadora, manteniendo así una posición de respeto y neutralidad.
La postura del Gobierno y el contexto del paro
Durante el paro de 2025, el Gobierno de Daniel Noboa insistió en que el diálogo existió de manera permanente, aunque no en una mesa centralizada. Las reuniones, como la de Otavalo el 15 de octubre, contaron con autoridades locales y representantes de comunidades, pero no con los principales dirigentes de la Conaie. En ese contexto, la Iglesia católica optó por no difundir la solicitud recibida, alegando que no tenía obligación moral ni legal de hacerlo.
Lecciones y perspectivas futuras
El cardenal Cabrera subrayó que este conflicto dejó una lección fundamental: los procesos deben comenzar con el diálogo. Recordó que en los paros de 2019 y 2022 fue la voluntad conjunta la que permitió la mediación e instó a retomar las mesas de diálogo previas como una vía constructiva para resolver tensiones sociales.
Posteriormente, Blanca Chancosa, presidenta de Saramanta Warmikuna, envió una nueva solicitud a la Iglesia católica para exponer la situación de las mujeres afectadas durante el paro. La Iglesia confirmó su disposición a escuchar, reafirmando su papel como acompañante moral y no como actor político.
En conclusión, la Iglesia católica mantuvo coherencia con su principio de neutralidad, recordando que la mediación solo es posible cuando ambas partes muestran disposición real al diálogo.
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Fuente:
www.lahora.com.ec
