El exvicepresidente de la República, Jorge Glas, volvió a acaparar la atención pública el 17 de junio de 2025, cuando un nuevo informe psiquiátrico reveló detalles alarmantes sobre su salud mental y las condiciones en las que permanece recluido en la cárcel de máxima seguridad La Roca. El documento, solicitado por la Corte Nacional de Justicia (CNJ). Fue elaborado como parte del proceso judicial que enfrenta Glas por presunto peculado en el denominado caso Reconstrucción de Manabí.
Según el peritaje del 11 de junio, Glas manifiesta un cuadro de depresión severa, ideas suicidas recurrentes y alucinaciones. Pese a este diagnóstico, el informe concluye que su enfermedad podría estabilizarse con tratamiento. Por lo que no se recomienda su salida de La Roca ni su traslado a un hospital psiquiátrico.
“Mi vida es miserable”, afirma Glas
En una de las declaraciones más impactantes contenidas en el informe, Jorge Glas afirmó: “Así prefiero matarme, tanto odio y saña contra una persona. Muerto el perro se acabó la rabia, súmele a eso lo miserable de mi vida”. Estas expresiones fueron entregadas a la perito Ángela Salazar, quien indicó que el exvicepresidente sufre un trastorno depresivo recurrente, aunque mantiene plena conciencia e inteligencia.
Glas también señaló que sus compañeros del movimiento Revolución Ciudadana (RC) cubren el costo de sus medicinas, que asciende a unos 1.000 dólares mensuales. “Soy una carga, un gasto”, lamentó, añadiendo que se siente víctima de un ensañamiento judicial sin precedentes.
Denuncias sobre su atención médica en prisión
El informe recoge las denuncias de Glas sobre presunta negligencia médica en su contra. Señala que desde enero de 2025 se le han restringido las visitas y el acceso al patio, condiciones que, asegura. Agravan su insomnio crónico y fortalecen sus pensamientos suicidas. Afirmó que no recibe su medicación de forma regular y que no ha sido atendido adecuadamente por el personal del Servicio Nacional de Atención Integral (SNAI).
Incluso relató un episodio crítico durante su paso por la cárcel de Latacunga, donde asegura haber tenido un cuadro psicótico y haber planeado su suicidio hace tres años.
Glas insiste en que es víctima de persecución política
Más allá de lo médico, el exvicepresidente vinculó su situación actual a una supuesta “persecución política” contra el correísmo. “Aquí no hay justicia. Hay venganza, un exterminio a un partido político y yo soy la cabeza de todo, porque soy el que está aquí”, declaró. Reafirmó su postura de que el caso Reconstrucción de Manabí es “burdo” y “absurdo”, reiterando que es una estrategia para eliminarlo políticamente.
Glas estuvo libre por tres meses tras una polémica excarcelación, pero fue recapturado en abril de 2024. En medio de un amplio operativo que generó reacciones tanto nacionales como internacionales. Desde entonces, ha presentado varios recursos legales para salir de La Roca, sin éxito.
Sin resultados concretos en el juicio
En el primer día del juicio por el caso Reconstrucción de Manabí, seis personas rindieron su testimonio ante el Tribunal de la CNJ. Figuras del correísmo como Rodrigo Collaguazo, Liliana Durán y Ricardo Patiño estuvieron presentes para apoyar a Glas. No obstante, el proceso judicial continúa sin visos de resolución inmediata, mientras el acusado sigue apelando a su estado de salud como sustento para un eventual traslado.
El Tribunal ha negado previamente una segunda pericia psiquiátrica solicitada por la defensa y mantiene el curso normal del juicio, que se reinstalará el miércoles 18 de junio a las 10:30.
Un testimonio que profundiza la polarización política
Las declaraciones de Jorge Glas no solo alimentan el debate sobre la judicialización de la política en Ecuador, sino que también reavivan las tensiones entre el gobierno y los sectores vinculados a la Revolución Ciudadana. Para algunos, la situación del exvicepresidente representa una muestra de persecución política y ensañamiento. Para otros, se trata de un intento por evadir responsabilidades judiciales a través de diagnósticos médicos.
Mientras tanto, la figura de Jorge Glas continúa siendo un símbolo de división nacional, atrapado entre la reivindicación política de su movimiento y el rigor de la justicia ecuatoriana.
Fuente:
El Comercio
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