La relación entre América Latina y Estados Unidos ha tomado un nuevo rumbo bajo la influencia del expresidente y actual candidato Donald Trump. En esta nueva etapa, tres líderes latinoamericanos se perfilan como sus aliados más cercanos: Javier Milei (Argentina), Nayib Bukele (El Salvador) y Daniel Noboa (Ecuador). Más allá de las ideologías tradicionales, este nuevo eje representa un frente conservador que comparte una visión común en torno a la seguridad, el control migratorio, el libre mercado y el combate frontal al crimen organizado.
Milei: afinidad ideológica y alianza económica
El presidente argentino Javier Milei se ha convertido en uno de los principales defensores del ideario trumpista en la región. Desde que asumió el poder en diciembre de 2023, ha visitado Estados Unidos en siete ocasiones y ha consolidado una relación cercana con miembros clave de la administración republicana, como el secretario del Tesoro, Scott Bessent.
Bessent no solo elogió las reformas económicas de Milei, sino que declaró abiertamente que “Milei y MAGA son compañeros de viaje”. Además de agradecer el respaldo ante organismos multilaterales como el FMI, el BID y el Banco Mundial, el mandatario argentino ha suscrito acuerdos que responden a la lógica de aranceles recíprocos impuesta por Trump, pese a sus consecuencias sobre las exportaciones regionales. El énfasis está en una visión compartida: menos burocracia, más poder para el pueblo y un fuerte énfasis en la propiedad privada.
Bukele: la seguridad como bandera compartida
Mientras Milei se erige como el brazo económico del trumpismo en el Cono Sur, Nayib Bukele lo hace en el ámbito de la seguridad. El presidente salvadoreño ha convertido su política de mano dura contra las pandillas en una vitrina global, especialmente valorada por la derecha internacional.
Su reunión con Trump en el Despacho Oval marcó un hito simbólico, y práctico. Bukele ofreció su megacárcel, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), como espacio de detención para migrantes considerados criminales por EE. UU., incluyendo miembros de bandas como el Tren de Aragua o la MS-13. A cambio, El Salvador recibirá una compensación económica directa y ha sido calificado como uno de los países más seguros del continente, superando incluso a naciones europeas en los niveles de alerta de viaje emitidos por el Departamento de Estado. “Encerramos a miles, pero liberamos a millones”, dijo Bukele, en una frase que el propio Trump alabó con entusiasmo.
Noboa: el socio emergente del trumpismo en la Región Andina
Daniel Noboa, el joven presidente ecuatoriano, es el más reciente en sumarse a este bloque político. Con un perfil empresarial, un discurso conservador y una estrecha relación con Estados Unidos desde su nacimiento —es ciudadano estadounidense nacido en Miami—, Noboa ha alineado su política exterior con los intereses de Washington desde su llegada al poder.
Pese a sus escasos resultados en materia de seguridad tras militarizar el país, el mandatario ecuatoriano busca el respaldo de la administración republicana para enfrentar la crisis de violencia en Ecuador. Su viaje a Florida y su intento de fotografiarse con Trump antes de las elecciones reflejan su voluntad de insertarse en esta nueva arquitectura regional. Desde Washington, el secretario de Estado Marco Rubio no solo felicitó su victoria, sino que dejó en claro los ejes de la cooperación: lucha contra el crimen organizado y freno a la migración irregular.
Un “acorazado” geopolítico con visión común
Este triángulo —Buenos Aires, San Salvador y Quito— configura lo que analistas ya denominan el “acorazado de Trump” en América Latina. Más que alianzas puntuales, se trata de una estructura ideológica y estratégica que busca consolidar una nueva forma de cooperación hemisférica basada en tres pilares: seguridad, migración y economía de mercado. A pesar de las críticas por el retroceso en derechos humanos y libertades, los tres mandatarios encuentran respaldo en un electorado que demanda orden, crecimiento y firmeza frente al crimen.
Mientras tanto, la región se polariza: el bloque progresista encabezado por Lula da Silva, Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum mantiene distancias con esta política exterior, abogando por el multilateralismo y el respeto a los derechos humanos. Pero la Administración Trump, en su segundo mandato, ya ha tomado posiciones estratégicas en el Cono Sur, Centroamérica y la Región Andina.
La alianza entre Javier Milei, Nayib Bukele y Daniel Noboa con el trumpismo no solo responde a una sintonía ideológica, sino que representa una redefinición del mapa de poder en América Latina. Frente a los desafíos globales de seguridad, migración y desarrollo, este bloque propone soluciones autoritarias y pragmáticas, apoyadas por un Washington cada vez más alineado con el conservadurismo extremo. Resta por ver si estos lazos se consolidarán más allá del 2025 o si responderán a un momento geopolítico transitorio.
Fuente: El País
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