NVIDIA ha pasado de fabricar tarjetas gráficas para gamers y mineros de criptomonedas a convertirse en el árbitro del futuro tecnológico. Su dominio del mercado de chips para inteligencia artificial (IA) le otorga un poder que va más allá de lo empresarial: decide quién puede competir y quién no en la carrera de la IA.
El poder de controlar recursos críticos
Regular el flujo de recursos esenciales hacia empresas que los necesitan para sobrevivir le da a NVIDIA una capacidad inédita, similar a la de un banco central tecnológico. Su influencia no está solo en los números: la compañía controla más del 80% del mercado de GPUs para IA —algunas fuentes apuntan a más del 90%—, con márgenes de beneficio bruto superiores al 70%.
Pero lo que realmente determina el rumbo de la innovación no son las cifras, sino las listas de espera. OpenAI, Google, Meta y prácticamente cualquier empresa que aspire a competir en IA dependen de los chips H100 y H200 de NVIDIA. El tiempo de espera puede variar entre seis meses y un año, y la diferencia entre conseguirlos o no puede definir quién lanza el próximo modelo revolucionario y quién se queda atrás.

Jensen Huang: el árbitro de la innovación
El CEO de NVIDIA, Jensen Huang, gestiona personalmente las asignaciones de chips más críticos. Una simple llamada suya puede acelerar un pedido o retrasarlo indefinidamente. Este nivel de influencia no tiene precedentes en el sector tecnológico.
Algunas empresas han intentado reducir la dependencia de NVIDIA. Amazon y Microsoft desarrollan sus propios chips, pero los resultados aún son mediocres frente a las soluciones de NVIDIA. AMD e Intel intentan ganar terreno, pero todavía quedan rezagados para entrenar grandes modelos de lenguaje (LLMs). China trabaja en alternativas, aunque está varios años atrás. Incluso figuras como Larry Ellison y Elon Musk han reconocido públicamente que “rogaban” por acceder a las H100 en reuniones con Huang.
No es solo hardware: el ecosistema de software
El dominio de NVIDIA no se limita al hardware. Su ecosistema de software, CUDA, lleva años en desarrollo y se ha convertido en un estándar difícil de reemplazar. Cada año que pasa, su ventaja se amplía, consolidando un dominio que no depende únicamente de la fabricación de chips.
La gran pregunta: ¿cuánto durará este dominio?
La historia tecnológica demuestra que ningún monopolio es eterno. Sin embargo, NVIDIA cuenta con una ventaja única: su ecosistema de software y su posición central en la cadena de suministro la hacen extraordinariamente resistente a competidores y a intentos regulatorios. Los reguladores empiezan a prestar atención, pero intervenir en un mercado tan técnico y estratégico es complejo. Además, existe un factor geopolítico: ralentizar a NVIDIA podría ceder ventaja a China en la carrera de la IA.
Hacia dónde se dirige NVIDIA
Mientras tanto, NVIDIA sigue aumentando la distancia con sus competidores. Su nueva generación de chips Blackwell promete ser aún más potente. Las empresas que dependen de sus productos no tienen más opción que aceptar sus precios y tiempos de entrega.
En muchos sentidos, el poder de NVIDIA se asemeja al de un banco central: controla el flujo del recurso más valioso de la economía digital. La diferencia es que, a diferencia de los bancos centrales, NVIDIA solo responde ante sus accionistas.
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