Daniel Ek, CEO de Spotify, ha reavivado la polémica en el mundo musical tras conocerse que, a través de su fondo de inversión Prima Materia, financió con 600 millones de euros a Helsing, una empresa alemana dedicada a la producción de drones de combate basados en inteligencia artificial.
Aunque la inversión no está directamente relacionada con Spotify, ha provocado reacciones inmediatas entre artistas y usuarios de la plataforma, que cuestionan la ética del vínculo indirecto entre la música y la tecnología militar.
Una decisión “por Europa”
La financiación fue parte de la mayor ronda de inversión liderada por Ek, quien justificó su decisión afirmando que era “lo correcto para Europa”. Helsing, valorada en 12.000 millones de euros, desarrolla sistemas de armas autónomos para su uso en conflictos contemporáneos.
Este movimiento empresarial, ajeno a la actividad principal de Spotify, ha tensado aún más las relaciones entre Ek y la comunidad musical, ya afectadas por antiguas controversias sobre el modelo económico de la plataforma.
Retiro de artistas y reacciones en cadena
Entre las primeras reacciones, la banda indie Deerhoof anunció públicamente su decisión de retirar su música de Spotify. “No queremos que nuestra música se utilice para matar gente o se relacione con tecnología de guerra de IA”, escribieron en redes sociales.
El compositor italiano Auroro Borealo expresó sentirse en una posición “éticamente insostenible” y pidió a otros músicos italianos seguir su ejemplo. Días antes, el músico Piero Pelù criticó la inversión, aunque reconoció no poder retirar su música por no tener los derechos sobre sus obras.
Hasta el momento, no se han registrado reacciones similares por parte de artistas de gran alcance comercial.
Un antecedente incómodo
No es la primera vez que Spotify enfrenta boicots por decisiones ajenas a su operación directa. En 2022, Neil Young retiró su catálogo por la presencia del podcast de Joe Rogan, acusado de difundir desinformación sobre vacunas. Taylor Swift también abandonó temporalmente la plataforma en 2014 por desacuerdos con el modelo de pagos a los artistas.
Estos episodios evidencian una tensión persistente entre Spotify y los músicos, especialmente en lo referente a derechos, ética y sostenibilidad del sistema de streaming.
Las dudas sobre una banda creada por IA
En paralelo, Spotify enfrenta otra controversia: la presencia de Velvet Sundown, una banda con 600.000 oyentes mensuales cuya biografía, imágenes y supuestas canciones han sido señaladas como generadas por inteligencia artificial.
El caso ha sido investigado por medios especializados. Las imágenes del grupo presentan errores visuales comunes en creaciones artificiales, como guitarras sin cuerdas. No hay registros de presentaciones en vivo ni entrevistas verificables. Aunque el grupo ha negado las acusaciones en redes sociales, las respuestas han sido poco convincentes y agresivas con los periodistas.
Acusaciones de artistas falsos
La aparición de este tipo de bandas ha reactivado las denuncias sobre el uso de “artistas fantasma” por parte de plataformas de streaming para reducir costos y evitar el pago de derechos a músicos reales.
La periodista Liz Pelly ya abordó el tema en su investigación Mood Machine, donde afirmaba que Spotify favorecía listas de reproducción con música producida artificialmente o sin representación artística clara. Aunque Spotify no ha sido señalado directamente en este caso, su presencia en la plataforma refuerza el debate.
La reputación de Spotify en juego
Estos eventos impactan de forma indirecta pero significativa en la imagen de Spotify. Si bien ha trabajado por mejorar sus relaciones con los artistas mediante informes de transparencia como Loud & Clear y campañas enfocadas en la inclusión y la promoción de nuevos talentos, aún persisten cuestionamientos sobre el reparto de ingresos y la sostenibilidad del modelo.
La plataforma se mantiene como un eje central de la industria musical. Sin embargo, el creciente escrutinio sobre las acciones de su fundador y los desafíos tecnológicos del entorno ponen a prueba la confianza de los artistas y del público.

Una industria que exige cambios
A medida que el streaming se consolida como el formato dominante, la presión por mayor equidad y transparencia sigue en aumento. Las decisiones de Daniel Ek, incluso fuera del ámbito de Spotify, continúan provocando reacciones en cadena que muestran que la relación entre tecnología y música está lejos de estabilizarse.
Fuente: Wired
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