El sueño es, junto a la alimentación y la actividad física, uno de los pilares fundamentales de la salud. Sin embargo, una parte creciente de la población adolescente española no duerme lo suficiente, lo que está generando serios efectos en su desarrollo y bienestar.
Una epidemia silenciosa
Un reciente estudio epidemiológico revela que el 38,5% de los adolescentes en España sufren insomnio. En niños menores de 5 años, la prevalencia también es elevada: un 30%. La falta de sueño en estas etapas cruciales puede tener consecuencias graves que se extienden hasta la vida adulta.
La evidencia científica relaciona la falta crónica de sueño con problemas cardiovasculares, metabólicos, neurodegenerativos y trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.
Factores que alteran el descanso
Lorenzo Armenteros, médico de familia y miembro de la Alianza por el Sueño, apunta a causas específicas del entorno adolescente: el abuso de pantallas, el consumo de bebidas energéticas, la presión académica, horarios irregulares y estilos de vida desordenados.
“Estos factores sitúan a los adolescentes en un grupo de alto riesgo de sufrir trastornos del sueño”, afirma el experto.
Niños que no quieren dormir
Controlar la hiperactivación mental antes de dormir se ha vuelto una tarea casi imposible para muchos menores. Además, el sueño deficiente está vinculado a una vida más sedentaria, obesidad, problemas de salud cardiovascular y conductas antisociales.
Pastillas para dormir a edades tempranas
España lidera el consumo mundial de hipnóticos, y los adolescentes no son la excepción. Desde 1994, el uso de hipnosedantes entre estudiantes de secundaria ha ido en aumento. Hoy, cerca del 20% declara haberlos tomado alguna vez.
Armenteros advierte: “Estos fármacos pueden generar dependencia, alterar el sueño, deteriorar funciones cognitivas y aumentar la inestabilidad emocional”.
El riesgo es aún mayor cuando se consumen sin prescripción médica, una práctica que crece debido a la disponibilidad doméstica de estos medicamentos y al desconocimiento de sus peligros.
Padres, educadores y médicos: una alianza necesaria
Prevenir el uso indebido de benzodiacepinas y promover hábitos saludables de descanso es una tarea urgente. Armenteros propone seguir las pautas de la llamada Pirámide del Sueño, que orienta sobre rutinas de descanso adecuadas.
Cifras que preocupan
Cuatro de cada diez niños y adolescentes no duermen lo suficiente entre semana. Más del 50% de los estudiantes de secundaria duermen menos de 8 horas antes de ir a clase. A medida que crecen, los menores restan hasta dos horas de sueño diario.
Este déficit acumulado provoca lo que se conoce como “jetlag escolar”: somnolencia diurna, cansancio constante y bajo rendimiento académico.
El sueño y su impacto en el desarrollo
Expertos del Hospital Quirónsalud Valencia y San Juan de Dios explican que dormir mal influye directamente en el equilibrio emocional, la capacidad de aprendizaje y la salud física.
Dormir es aprender
Durante el sueño, el cerebro consolida lo aprendido durante el día. Dormir poco reduce la capacidad de retener información, aumenta la irritabilidad y empeora la adaptación escolar.

Salud integral en juego
La falta de sueño no solo afecta al rendimiento escolar, también incide en el crecimiento físico y el estado emocional. La privación crónica de descanso está relacionada con cuadros de ansiedad, depresión e irritabilidad.
Frente a este panorama, los expertos coinciden: dormir bien es un acto de cuidado personal que debe comenzar en la infancia. Sin descanso, no hay salud.
Fuente: Cuidateplus
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