El segundo período de Donald Trump plantea dudas sobre los tratados comerciales y prioriza su agenda de seguridad y migración.
El enfoque económico de Trump y el Made in USA
En su segundo mandato, el presidente Donald Trump mantiene un rumbo claro en política económica: priorizar lo producido en Estados Unidos. La estrategia “Made in USA” busca reducir al mínimo la dependencia de importaciones. Con esta línea, Washington ha enviado un mensaje fuerte a los socios comerciales de América Latina.
Según expertos, la medida pone en jaque los tratados de libre comercio (TLC) vigentes. En lugar de fomentar el nearshoring, el gobierno norteamericano ha decidido proteger su producción interna. Esto genera incertidumbre para países que dependen del acceso al mercado estadounidense para sostener sus exportaciones.
El proteccionismo se convierte en el eje central del modelo económico de Trump. Los sectores industriales reciben beneficios directos, pero surgen dudas sobre el impacto en la cooperación hemisférica.
Ricardo Zúñiga analiza el rumbo del TLC bajo Trump
Ricardo Zúñiga, diplomático estadounidense con amplia experiencia en la región, analizó este escenario. En una conversación reciente señaló que el enfoque de Trump ha transformado la forma en que Washington se relaciona con sus aliados.
Zúñiga recordó que el mandatario prefiere acuerdos bilaterales con condiciones estrictas. Los grandes tratados de libre comercio han perdido prioridad. La Casa Blanca prefiere ahora imponer reglas adaptadas a sus intereses internos. Este cambio deja de lado iniciativas de integración regional que fueron impulsadas en años anteriores.
El diplomático subrayó que no se trata solo de economía. La seguridad y la migración marcan la agenda actual de la administración republicana. Para Trump, controlar las fronteras y proyectar fuerza en el exterior tiene más peso que abrir mercados.
Trump prioriza migración y seguridad antes que integración comercial
La política de Trump también ha sido clara en materia migratoria. Su gobierno endureció las medidas de control y presión sobre países de tránsito. Los acuerdos comerciales ya no se ven como herramientas de desarrollo compartido, sino como instrumentos de presión política.
En este contexto, el nearshoring —la estrategia de atraer inversiones estadounidenses a países vecinos— perdió atractivo. Washington no muestra interés en trasladar producción a América Latina. En cambio, promueve con fuerza el retorno de fábricas al territorio estadounidense.
La agenda de seguridad externa también ocupa un lugar central. Trump busca fortalecer la presencia militar y diplomática en regiones estratégicas. Sin embargo, esto se hace en paralelo a un retraimiento de la cooperación económica multilateral.
Futuro incierto del TLC para América Latina
El giro de la política estadounidense genera un futuro incierto para el comercio regional. Países con tratados vigentes, como México, Colombia, Chile o Perú, enfrentan un panorama complejo. Aunque los acuerdos se mantienen en papel, su dinamismo depende de la voluntad política de Washington.
Zúñiga destacó que Trump no ha mostrado interés en expandir el sistema de TLC. Incluso ha revisado cláusulas para endurecer compromisos de socios estratégicos. Para América Latina, esto significa menos oportunidades de integración y mayores desafíos para competir en el mercado global.
Los expertos advierten que, si se mantiene esta línea, los países deberán diversificar mercados. Europa, Asia y bloques emergentes podrían convertirse en socios prioritarios para suplir el vacío dejado por Estados Unidos.
La política “Made in USA” reafirma el carácter nacionalista del segundo mandato de Trump. Con ella, el presidente apuesta por sostener empleo interno y crecimiento local. Pero a la vez abre un debate sobre el futuro del comercio internacional y el papel de América Latina en él.
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Fuente: www.primicias.ec