Cuando los ingresos se reducen y la deuda comienza a acumularse, la preocupación se vuelve inevitable. Antes de que el atraso afecte tu puntaje crediticio o tu tranquilidad, es importante conocer las alternativas que los bancos ofrecen para aliviar la carga financiera: refinanciar o reestructurar una deuda. Ambas opciones pueden ayudarte a recuperar el control, pero funcionan de manera distinta.
Refinanciar: una oportunidad para ajustar sin empezar de cero
La refinanciación es una opción pensada para quienes todavía pueden pagar, pero necesitan un respiro temporal. Por ejemplo, si tienes un crédito de consumo de 5.000 dólares a 24 meses con cuotas de 270 dólares, y una emergencia médica afecta tus ingresos, puedes solicitar al banco una refinanciación.
Esto permite extender el plazo —por ejemplo, a 36 meses— y reducir la cuota mensual a 190 dólares. Aunque los intereses totales pueden aumentar ligeramente, mantienes el cumplimiento de pagos y evitas dañar tu historial crediticio.
De acuerdo con el asesor financiero Héctor Delgado, refinanciar a tiempo demuestra compromiso con la deuda, y el impacto en el puntaje crediticio es mínimo siempre que se gestione antes del atraso.
Reestructurar: una salida cuando los pagos ya no son sostenibles
La reestructuración se aplica cuando la situación financiera es más seria y el deudor ya no puede mantener los pagos. En este caso, el banco consolida las deudas en un nuevo préstamo, redefiniendo plazos y condiciones desde cero.
El alivio financiero es mayor, pero sí tiene un efecto negativo en el puntaje crediticio, ya que el sistema registra un incumplimiento previo. El banco reporta esta información a los burós de crédito, lo que actualiza automáticamente el historial del cliente.

Cómo elegir la mejor opción: guía práctica
Decidir entre refinanciar o reestructurar depende del momento en que se actúe. Antes de acudir al banco, conviene hacer un cálculo básico:
- Suma tus deudas pendientes, incluyendo intereses.
- Determina cuántos meses puedes seguir pagando sin comprometer más del 30% de tus ingresos.
- Compara la cuota resultante con la actual.
Si la diferencia es pequeña y puedes cubrirla, refinanciar es la mejor alternativa. Pero si los pagos actuales son imposibles de sostener, incluso con un plazo extendido, la reestructuración será necesaria.
Actuar a tiempo es clave
Si todavía puedes pagar tus cuotas, aunque sea con dificultad, lo ideal es refinanciar. Negociar con el banco a tiempo te permite mantener tu historial limpio y conservar tu reputación crediticia.
En cambio, si tus ingresos se redujeron drásticamente y ya acumulaste cuotas vencidas, reestructurar es la vía más responsable. Aunque afecte temporalmente tu score, te da una nueva oportunidad de estabilizarte.
La diferencia radica en el momento en que decides pedir ayuda: actuar antes del atraso es prevenir; hacerlo después es reparar. Ambas son decisiones válidas si se toman con realismo y responsabilidad.
El papel de los bancos en estos procesos
Según la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), las entidades financieras prefieren ayudar al cliente antes de que caiga en mora, ya que el dinero que prestan proviene de los depósitos de sus usuarios. Por eso, refinanciar a tiempo no es un signo de fracaso, sino de responsabilidad financiera.
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