La Ley de Mercados Digitales (DMA) de la Unión Europea se promulgó con la promesa de reconfigurar el panorama tecnológico del continente, con la intención de reducir la posición de dominio de empresas como Apple. Sin embargo, la implementación de esta normativa ha tenido un impacto negativo, contrariamente a las expectativas.
Dos recientes acontecimientos ilustran esta situación. En primer lugar, la apertura de Apple a tiendas de aplicaciones de terceros, una medida que, en lugar de representar un cambio significativo en la historia de la App Store, podría resultar en una modificación superficial sin verdadero impacto. En segundo lugar, la oferta de Apple de permitir la instalación de navegadores en iOS que no estén basados en WebKit, como parte de la DMA, tampoco ha generado los resultados esperados.
La compañía ha cumplido con las exigencias de la Unión Europea en ambos casos, pero sorprendentemente, en lugar de mejorar la situación, estas medidas la han empeorado. La regulación europea, en lugar de fomentar la competencia y la innovación, ha generado efectos contraproducentes.
La DMA, que entrará en vigor el próximo 7 de marzo, tiene como objetivo abrir los mercados digitales a la competencia, especialmente en lo que respecta a las grandes empresas tecnológicas identificadas como ‘guardianes de acceso’. Sin embargo, la lista de objetivos de la DMA ha generado controversia, al no incluir empresas y servicios igualmente influyentes que podrían contribuir a la competencia.
En el ámbito de las tiendas alternativas de aplicaciones, si bien Apple ha seguido las normas establecidas por la UE, ha implementado medidas que dificultan el acceso y la viabilidad económica para los desarrolladores, lo que contrarresta el propósito de la regulación.
Por otro lado, la apertura a navegadores con motores no basados en WebKit dentro de la UE ha generado críticas y desafíos técnicos para empresas como Mozilla y Google, que se enfrentan a obstáculos adicionales para cumplir con estas normativas.
Estos problemas subrayan la necesidad de revisar y ajustar la DMA para garantizar que logre sus objetivos de promover la competencia y la innovación en el mercado digital. La rápida evolución de la tecnología requiere una regulación ágil y efectiva que se adapte a las cambiantes realidades del sector. Es fundamental que los reguladores europeos comprendan las deficiencias de la DMA y tomen medidas para corregirlas, asegurando así un entorno digital más justo y competitivo para todas las partes involucradas.
Fuente:
www.xataka.com
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