Actualmente, enfrentamos una crisis ambiental que demanda un cambio en la sociedad. Comprender el impacto de nuestras actividades en el medio ambiente es clave para adoptar buenas prácticas en la relación con nuestro entorno. Educar, es seducir por encantamiento y ejemplaridad, menciona Enrique Rojas. En un mundo cada vez más desarrollado, centramos nuestro esfuerzo en alcanzar una estabilidad que nos permita acceder a servicios de calidad, comodidad, tecnología, sensaciones y placeres. Sin embargo, afrontamos problemas de convivencia comunitaria y desinterés colectivo que aumentan los problemas de contaminación ambiental.
Impacto de nuestros hábitos en el agua
La contaminación ambiental se genera por hábitos y actividades que constituyen una amenaza constante para la salud del planeta. Por ejemplo, en cuanto al consumo de agua, a menudo ignoramos prácticas de ahorro como cerrar la llave mientras nos enjabonamos las manos o usar la lavadora con carga llena. Se estima que el 80% del agua potable que utilizamos se convierte en agua residual, la cual, sin tratamiento adecuado, se vierte al medio ambiente causando serios impactos de contaminación. Nuestros ríos evidencian las consecuencias directas del vertido de aguas residuales y basura, que muchas veces observamos como un problema ajeno, especialmente si no vivimos cerca de la costa. Es crucial recordar que el mar comienza en los ríos que atraviesan nuestras ciudades.
Consecuencias visibles y la importancia del agua
En los últimos años, hemos visto noticias devastadoras: sequías extensas y lluvias escasas, o lluvias intensas e inundaciones que afectan la disponibilidad de agua potable. Recuerdo hace unos años en Loja, donde la temporada de lluvias arrastró una cantidad impresionante de basura que colapsó nuestros ríos y dañó tuberías, limitando la distribución de agua potable por aproximadamente 15 días. En esos días, todos cuidamos el agua, demostrando que valoramos el recurso cuando escasea. El abastecimiento de agua potable es un servicio básico, necesario para la vida, la producción y el desarrollo. Aun así, en América Latina, 1 de cada 4 personas no tiene acceso a agua potable (ONU, 2022).
La educación ambiental como motor de cambio
El Art. 14 de la Constitución del Ecuador (2018) reconoce el derecho a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir. La educación ambiental, definida por la EPA (2023) como un proceso que permite investigar sobre temáticas ambientales y tomar medidas para mejorarlas, es esencial para motivar un cambio en el comportamiento humano. No busca solo informar, sino inspirar.
Iniciativas locales y el papel de la academia
En nuestro país, se desarrollan nuevos modelos de servicio y negocio con conciencia ecológica, como “Movida Verde” en Guayaquil y “Agrovivas” en Quito, que gestionan residuos orgánicos. Otros proyectos como “Huella Verde” y “Tukuna recicla” buscan reducir el uso de descartables y reciclar plásticos. Docentes y estudiantes de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UTPL participan en proyectos de investigación que contribuyen al desarrollo de soluciones a problemas de contaminación ambiental.
Conclusión
En el día mundial de la Educación Ambiental, que se celebra cada 26 de enero, invito a adoptar el desafío de cambiar y mejorar nuestros hábitos, inspirando y consolidando ejemplos positivos en medio de los desafíos ambientales y la indiferencia que nos rodea.
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