La burbuja del tatuaje y el arrepentimiento masivo
El tatuaje dejó de ser solo un símbolo de rebeldía para convertirse en un accesorio de moda, impulsando un crecimiento masivo en la industria del tatuaje. Futbolistas, influencers y ciudadanos comunes lucen diseños en la piel, lo que generó un boom sin precedentes en España. Sin embargo, este auge ha terminado, dejando un panorama de precariedad y un aumento del arrepentimiento entre quienes desean eliminar sus tatuajes. Un estudio de Lutronic PBS reveló que el 60% de quienes se tatúan en España eventualmente se arrepienten de su decisión. Este fenómeno ha impulsado la demanda de técnicas de borrado, especialmente con láser, aunque eliminar un tatuaje no es sencillo. La tinta se deposita en la dermis, la segunda capa de la piel, lo que requiere tratamientos agresivos para su eliminación completa.
Auge de clínicas y tratamientos de borrado
El incremento en la demanda de eliminación de tatuajes ha generado la apertura de nuevas clínicas especializadas. En 2023, se registró un aumento del 30% en tratamientos de borrado con láser. Elegir un profesional calificado es clave para evitar marcas permanentes. La moda de eliminar tatuajes también ha llegado a redes sociales, con tendencias como #TattoRemoval mostrando el antes y después del tratamiento. Muchas personas se tatúan impulsivamente y, posteriormente, enfrentan el arrepentimiento.

El lado oscuro del sector del tatuaje
La democratización de herramientas, como máquinas de tatuar accesibles por internet, ha saturado el mercado. Según la UNTAP, hay aproximadamente 10.000 tatuadores legales en España, mientras que otros tantos operan de manera irregular desde sus hogares, compitiendo con estudios que cumplen con licencias y regulaciones sanitarias. Esta competencia desleal se suma a condiciones laborales precarias. Muchos tatuadores trabajan como “falsos autónomos”, con horarios fijos, vacaciones impuestas y dependencia económica de un solo estudio, lo que puede considerarse legalmente un fraude laboral.
La devaluación del arte y los “chiquitatus”
El auge de nuevos negocios en el tatuaje ha cambiado el enfoque: inversores buscan locales céntricos y contratan a jóvenes con poca experiencia para producir tatuajes pequeños y baratos, conocidos como “chiquitatus”. Esto ha reducido la valoración económica del trabajo artístico, forzando a muchos profesionales a trabajar desde casa y en condiciones informales. Los ingresos de los tatuadores son inestables: un mes bueno puede generar cerca de 3.000 euros brutos, mientras que un mes malo puede reducirlos a 700 euros. La precariedad también ha dado lugar al “falso contratado”, con contratos irrisorios que no reflejan las horas realmente trabajadas.
Más allá de la estética: el futuro de los tatuajes
A pesar de los problemas actuales, los tatuajes podrían tener aplicaciones más allá de lo estético. La ciencia explora su uso como sistema para monitorear glucemia y, potencialmente, como biosensores para medir parámetros bioquímicos del cuerpo de manera poco invasiva. Esto sugiere que el tatuaje podría evolucionar hacia un rol funcional en la salud y la tecnología.
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