Un conflicto histórico que revive
Pedro de Luna y Gotor, más conocido como Benedicto XIII o Papa Luna, falleció en 1423 en Peñíscola. Siglos después, sus restos siguen generando enfrentamientos. La calavera del controvertido “antipapa” ha desencadenado un conflicto legal entre dos pueblos zaragozanos: Illueca, su villa natal, y Sabiñán, localidad donde reposó la reliquia durante siglos.
El origen del pleito
Aunque el Tribunal Superior de Justicia de Aragón ya se pronunció en 2023 a favor de Sabiñán como propietaria del cráneo, Illueca no se resigna. Su Ayuntamiento ha contratado un abogado para reabrir el caso, argumentando que lo esencial no es la propiedad legal, sino respetar la voluntad de los descendientes del Papa Luna.

La historia de unos restos controvertidos
Tras su muerte, el sobrino de Benedicto XIII trasladó el cadáver al castillo-palacio de Illueca. Allí permaneció hasta comienzos del siglo XVIII, cuando las tropas francesas profanaron la tumba y solo se recuperó el cráneo. Este pasó a custodiarse en Sabiñán, dentro del palacio de Argillo, donde permaneció durante siglos.
El robo del año 2000
El episodio más reciente ocurrió en abril del año 2000, cuando dos jóvenes sustrajeron la calavera de una capilla en Sabiñán e intentaron pedir un rescate. La reliquia fue recuperada meses después por la policía y sometida a estudios científicos que confirmaron su autenticidad. Tras un paso por el Museo Provincial de Zaragoza, en 2021 regresó a Sabiñán, declarado Bien de Interés Cultural.
Illueca no se rinde
La localidad natal del Papa Luna sostiene que el traslado original de los restos en el siglo XV prueba la voluntad familiar de que descansaran en Illueca. Por ello, insiste en que el debate no debe centrarse únicamente en la propiedad, sino en quién puede garantizar mejor la voluntad de los descendientes del antipapa.
Un legado que trasciende
Más allá de la batalla legal, el Papa Luna sigue despertando fascinación. Fue proclamado pontífice en Aviñón en 1394, en plena crisis del Cisma de Occidente, y defendió su legitimidad hasta el final pese a la oposición de monarcas y prelados. Su figura se convirtió en símbolo de resistencia, hasta el punto de dejar en el habla popular una expresión vigente seis siglos después: “mantenerse en sus trece”.
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