El Ministerio de Energía de Ecuador se ha convertido en una de las entidades más problemáticas del gabinete presidencial de Daniel Noboa. A lo largo de los 11 meses de su gestión, ha experimentado una inestabilidad alarmante, con cuatro ministros al mando, reflejando una crisis eléctrica que ha impactado tanto a la ciudadanía como al propio gobierno.
La Crisis energética en Ecuador
Ecuador enfrenta múltiples crisis, pero la eléctrica se destaca como la más visible y conflictiva. La falta de un liderazgo sólido en el Ministerio de Energía ha generado descontento y frustración entre la población, que lidia con constantes apagones y cortes de luz. Este contexto ha obligado al presidente Noboa a buscar soluciones rápidas y efectivas, pero ha encontrado resistencia en las dinámicas políticas y técnicas del sector.
Un ministerio con limitaciones
Con apenas 432 funcionarios y un presupuesto de USD 69 millones, el Ministerio de Energía cuenta con tres viceministerios y diez subsecretarías. El Viceministerio de Electricidad, por su parte, se enfrenta a una complicada estructura con nueve direcciones. A pesar de esta aparente complejidad organizativa, la falta de una estrategia clara ha llevado a decisiones precipitadas que han exacerbado la crisis.
Los cuatro ministros de Energía de Daniel Noboa
Desde el inicio del gobierno de Noboa, cuatro ministros han pasado por el cargo, lo que evidencia una notable inestabilidad. La primera ministra, Andrea Arrobo, fue la más afectada, enfrentándose a acusaciones de sabotaje político y ocultamiento de información crítica sobre la crisis energética que se venía gestando desde administraciones anteriores.
Advertencias ignoradas
El Operador Nacional de Electricidad (Cenace) ha emitido advertencias desde diciembre de 2022 sobre el déficit eléctrico inminente. Sin embargo, estas alertas fueron desestimadas, y la crisis se agravó, especialmente en abril de 2024, cuando la situación se volvió insostenible. Las decisiones políticas, en ocasiones, han chocado directamente con las recomendaciones técnicas, obstaculizando cualquier intento de planificación eficaz.
La imposibilidad de mantener un Ministro
La gestión de Andrea Arrobo terminó abruptamente, y su sucesor, Ricardo Luque, aunque bien valorado en el sector del transporte, no pudo mantener su cargo durante mucho tiempo. A pesar de sus esfuerzos para recorrer las instalaciones de generación eléctrica, su permanencia fue efímera, lo que refleja la complejidad y los desafíos de manejar un ministerio bajo presión constante.
Promesas no cumplidas
Antonio Gonçalves, el siguiente ministro, llegó con la promesa de realizar “grandes anuncios” en el sector energético. Sin embargo, su gestión no logró estabilizar la crisis, y las decisiones políticas impuestas por el gobierno le dejaron como blanco de críticas. En medio de apagones de hasta 10 horas diarias, la situación para el sector industrial se volvió insostenible, con cortes programados del 100% entre las 08:00 y las 22:00, un escenario que generó más descontento.
La última renuncia y la intervención de Inés Manzano
El 9 de octubre, Gonçalves presentó su renuncia, dejando al Ministerio de Energía en un estado crítico. Inés Manzano, la nueva ministra de Ambiente, asumió temporalmente el cargo, lo que pone de relieve la falta de un liderazgo especializado y el intento de resolver la crisis de manera apresurada.
La falta de soluciones efectivas
Las decisiones rápidas del gobierno, como la reducción de los cortes de luz, han llevado a advertencias de Cenace sobre las consecuencias negativas de tales acciones. La falta de control en la programación de cortes y la dependencia de la energía hidroeléctrica han llevado a una situación insostenible, donde las decisiones políticas están socavando la planificación técnica necesaria para enfrentar la crisis.
El Ministerio de Energía de Ecuador ha demostrado ser una “papa caliente” en el gabinete de Daniel Noboa, donde la inestabilidad y la presión política han impedido encontrar soluciones efectivas a la crisis eléctrica. Con la llegada de Inés Manzano al cargo, el país espera que se logre un cambio, pero los desafíos son inmensos y el tiempo es limitado. Las lecciones aprendidas de la gestión de sus predecesores podrían ser clave para avanzar hacia una solución duradera en el sector energético.
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