La XXIX Cumbre Iberoamericana celebrada en Ecuador concluyó el 15 de noviembre de 2024 sin alcanzar un consenso definitivo y sin una declaración oficial, lo que reflejó las tensiones internas y la falta de unidad entre los países participantes.
A pesar de las expectativas de acuerdos firmes, la cumbre se cerró con un documento extraoficial denominado “Declaratoria de Cuenca” que fue suscrito por 18 de las 19 delegaciones presentes, pero que no logró la unanimidad debido al rechazo de Argentina.
La falta de consenso y la declaración extraoficial
El secretario iberoamericano, Andrés Allamand, explicó en una rueda de prensa que no hubo consenso en la declaración final, principalmente por diferencias políticas entre algunos países. Sin embargo, para evitar un total estancamiento, los países lograron redactar una “declaración en el margen de la cumbre”, que incluyó 25 comunicados especiales. Estos comunicados abarcan temas como la cooperación en la lucha contra el crimen transnacional, el fomento del empleo juvenil, la erradicación de la desnutrición y la lucha contra el cambio climático, entre otros.
La ausencia de líderes y las protestas sociales
La cumbre comenzó con un tono deslucido debido a las protestas de sectores sociales que organizaron una “contracumbre”, así como por la notoria ausencia de los principales líderes regionales. De los 22 jefes de Estado y de Gobierno convocados, solo el rey Felipe VI de España, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa de Portugal, y el presidente Xavier Espot Zamora de Andorra asistieron a la sesión final. Además, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa fue el único líder latinoamericano presente. Las otras 15 delegaciones estuvieron representadas por funcionarios de menor rango, lo que eclipsó el evento frente a otras citas internacionales como la APEC o el G20.
Temas clave de la cumbre
A pesar de la falta de consenso, algunos temas clave fueron discutidos durante la cumbre. La situación política y social en Haití, caracterizada por la violencia pandillera y la crisis humanitaria, fue uno de los temas transversales. Además, la reelección del presidente venezolano Nicolás Maduro provocó debates sobre la necesidad de transparencia y soluciones democráticas en el país vecino. El canciller panameño, Javier Martínez-Acha, subrayó la importancia de una “solución democrática y efectiva” en Venezuela para evitar mayores consecuencias para la región, como el aumento de la inmigración y las violaciones de derechos humanos.
Las tensiones regionales y el debate sobre derechos humanos y democracia
Las delegaciones de Argentina y Cuba protagonizaron uno de los momentos más tensos de la cumbre, intercambiando reclamos sobre el respeto a los derechos humanos y la necesidad de priorizar la democracia en Iberoamérica. Esta discusión subrayó las diferencias ideológicas que siguen dividiendo a la región, lo que dificultó la obtención de acuerdos amplios en torno a temas de gobernanza y derechos.
La crisis climática y los desastres naturales
Otro tema central en la cumbre fue la creciente crisis climática que afecta a Iberoamérica. El presidente ecuatoriano Daniel Noboa destacó que la región enfrenta “momentos duros”, debido a los efectos del cambio climático, como sequías severas y el abandono de ciertas regiones. Las recientes inundaciones en España y Colombia, así como los huracanes que afectaron a Cuba, generaron expresiones de solidaridad de parte de los líderes presentes. El rey Felipe VI de España lamentó los devastadores desbordamientos en Valencia, que dejaron más de 220 muertos y miles de afectados. En este contexto, Andorra y Portugal hicieron llamados a la cooperación, con Andorra pidiendo un mayor compromiso con la Carta Medioambiental adoptada en la cumbre de 2023 y Portugal proponiendo la creación de un sistema iberoamericano de respuesta ante catástrofes graves.
El traspaso de la Presidencia de la Cumbre
Finalmente, tras el cierre de la cumbre, Ecuador traspasó oficialmente la Presidencia “pro tempore” de la XXIX Cumbre Iberoamericana a España. Este traspaso marcará la cuarta vez en 33 años que España acogerá la cita, que se celebrará nuevamente en 2026.
En conclusión, la XXIX Cumbre Iberoamericana en Ecuador terminó con un ambiente marcado por la falta de consenso, la ausencia de los principales líderes y las tensiones ideológicas entre algunos países. A pesar de estos desafíos, la cumbre dejó algunas promesas clave, como la cooperación para combatir los desastres climáticos y el apoyo a Haití, lo que refuerza la necesidad de unidad en la región frente a los desafíos globales.
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